Por José Domingo Sarrat
@vidasana_yoga
Muchos de nosotros nos preocupamos por alimentar adecuadamente el cuerpo físico, ya sea porque se aproxima el verano o por un simple motivo de salud.
¿Pero alguna vez te has preocupado de alimentar tu espíritu?
Mi nombre es José Domingo Sarrat. Tengo 28 años. Y hoy quisiera contarles una historia relacionada al tema que les vengo a exponer.
Soy un párrafo. Haz clic aquí para agregar tu propio texto y edítame. Es muy sencillo.
La verdad es que desde tiempos remotos, me he preocupado mucho de mi imagen física. Por si algunos no lo sabían, me dedico al área fitness en los reconocidos gimnasios Balthus y Youtopia. Esto es debido a que soy instructor de yoga, una práctica que abrió mi mente desde mis tempranos 14 años de vida.
Cuando pequeño, la comida chatarra era mi favorita. Nunca tuve problemas de salud, sin embargo nunca me había sentido mejor desde aquel día que realmente comencé a preguntarme: ¿Necesito comer esto?
Poco a poco, conforme pasaban los años, comencé a investigar sobre la nutrición. Me parecía absurdo alimentar mi cuerpo de chatarra considerando que mi trabajo exigía 6 a 8 horas deportivas diarias y mi energía vital estuviese desganada.
Para dicha época yo estaba estudiando arquitectura en la Universidad del Desarrollo. Paralelamente, opté por un optativo en Nutrición. En dicho curso, no sólo estudié sus fundamentos, sino un gran tema que llamó mi atención: enfermedades de la opulencia (comer en exceso y sin sentido).
Las enfermedades de la opulencia no solo traen consigo un problema de salud físico, sino también a nivel mental, tal como la depresión, debido a la falta de nutrientes que recibe el organismo o por el descuido prolongado de nuestro propio bienestar.
Manipura Chakra, el tercer chakra que se ubica en el plexo solar, es el encargado de entregarnos energía a nivel físico, y se asocia a los órganos de nuestro sistema digestivo. Es nuestro fuego, es nuestro sol.
Cuando ésta rueda energética presenta un bloqueo, es debido a la mala alimentación o incluso emociones o una mente que nos supera.
Volviendo a lo anterior, para ese período leí algunos libros, tales como: “Alimenta tu Cerebro”, del Dr. David Perlmutter, y “Contra Viento y Marea”, de Fernando Mönckeberg Barros, mi favorito. A su vez, realicé investigaciones y me percaté que nuestro sistema digestivo se relaciona directamente con nuestro cerebro a nivel emocional. Es más, existe una rama en neurología que propone que nuestros intestinos son capaces de ponerse nerviosos e incluso recordar una sensación inapropiada respecto a un alimento que ingerimos.
Muchos de nosotros creemos que estamos nutriendo nuestro cuerpo de manera tal que éste sea fuerte y ágil. No obstante, existe una gran relación en conjunto a nuestras emociones, y si no nutrimos nuestro cuerpo de manera tal que éste se vea energizado, nuestra mente tampoco lo estará. Esto trae por consecuencia un decaimiento de nuestra energía vital.
Volviendo a mi historia, me hice la pregunta una vez más frente al horno esta vez: ¿Qué diablos necesito para alimentarme? Investigué recetas libres de alimentos refinados y cualquier producto modificado. Por supuesto mis primeros intentos fueron un desastre. No obstante, hoy en día puedo afirmar que la comida nutre mi alma.
Pie de maracuyá con crema de coco y base crudivegana
Más allá de un bienestar físico, es el bienestar mental.
Si mi cuerpo se siente bien, es decir, no está inflamado o con presencia de algún malestar, mis actividades diarias a largo plazo se ven reflejadas a nivel mental, lo cual me permite (en este caso), continuar mis actividades diarias como lo es la enseñanza de la práctica de yoga, tanto para mis alumnos como para mi propio ser. Si aún no lo has hecho, te invito a prestar atención a tu interior.
Tan solo inhala profundo, exhala el ruido que llevas dentro... Escúchate y pregúntate: “¿Qué es lo que le falta a mi cuerpo para recibir la energía vital?" Esta puede ser una excelente herramienta para tu bienestar, tanto físico como emocional.