Comer conscientemente
Slow Food puso sobre la mesa un menú con temas más profundos y complejos de digerir que una popular hamburguesa con papas fritas, íconos del fast food.
Slow Food en mi M²
El movimiento internacional Slow Food (comida lenta), que opera en todos los continentes, promueve una filosofía que combina salud, placer y conocimiento, en oposición a la estandarización del gusto en la gastronomía.
En pleno auge del Fast Food y de la comida chatarra, a mediados de la década de los 80, el italiano Carlo Petrini se atrevió a ir contra la corriente. Como sociólogo y escritor, puso sobre la mesa un menú con temas más profundos y complejos de digerir que una popular hamburguesa con papas fritas.
Con el caracol como símbolo, Slow Food defiende la soberanía alimentaria regional, entendida como el rescate de las tradiciones gastronómicas locales, con sus propios productos y métodos de cultivo, protegiendo el mercado doméstico contra los productos que se venden más baratos en el mercado internacional.
Asimismo, promueve la biodiversidad y la recuperación de sistemas de cultivo sustentables, de vital importancia para para la supervivencia humana, con énfasis en los sistemas de producción agrícola, de pastoreo, forestal y acuático. Abarca la variedad y la variabilidad de los animales, las plantas y los microorganismos a nivel genético, las especies y los ecosistemas.
¿Cómo practicar los conceptos de Slow Food en mi metro cuadrado? Yoga Style elaboró esta guía práctica para seguir en familia, con evidentes beneficios para consumidores, productores y el planeta en general.
El ABC del buen comer
1 Consuma alimentos buenos, limpios y justos
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Buenos: productos de la temporada, sabrosos, atractivos para los cinco sentidos y pertenecientes a la cultura local.
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Limpios: no perjudican el bienestar animal, la salud humana o el medio ambiente.
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Justos: con precios beneficiosos, tanto para productores como para consumidores.
2 Compre en el kilómetro cero
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Privilegie ingredientes de procedencia local, comprando directo al productor. Así se asegurará frutas y verduras frescas, beneficiando a su vez a quienes comercializan el fruto de su esfuerzo.
3 Seleccione los ingredientes
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Antes de comprar, revise qué hay en el refrigerador y aproveche los alimentos que tiene, evitando que se deterioren y terminen en la basura.
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Deje fuera de la mesa los alimentos transgénicos, a los que se le ha incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas.
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Identifique los ingredientes en peligro de extinción, ya sea privilegiando el consumo para mantener vigentes aquellos que la cultura moderna pretende olvidar o, por el contrario, no comiendo especies silvestres amenazadas para preservarlas.
4 Recupere la tradición de cocinar
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A pesar de la falta de tiempo, evite las comidas envasadas.
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En la medida de lo posible, incorpore a sus hijos en esta tarea para preservar la cultura culinaria.
5 Disfrute las comidas acompañado
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No coma solo. La convivencia en torno a la alimentación es esencial, entendiendo la gastronomía como compartir la mesa junto a la familia, los amigos y los grupos, respetando el medio ambiente.