YOGA para el dolor crónico
Una práctica frecuente de yoga ayuda a lidiar con el dolor crónico y sus efectos secundarios, como ansiedad, trastornos del sueño y depresión.
Por: Catalina Fernández Varas
Soy un párrafo. Haz clic aquí para agregar tu propio texto y edítame. Es muy sencillo.
Según un estudio, 3 de cada 10 chilenos sufre de dolor crónico presentado en distintas formas, afectando mayormente a la población femenina. Los más comunes son el dolor lumbar, dolores articulares, dolor de cabeza y hombros. Además, puede haber efectos secundarios, como ansiedad, trastornos del sueño y depresión.
Ante la aparición del dolor, se recurre al tratamiento farmacológico, que no siempre es del todo efectivo. Ahí es cuando el paciente busca formas alternativas para aliviar las molestias, siendo el yoga un gran aliado.
Se considera que un dolor se ha vuelto crónico cuando se encuentra presente por más de 6 meses y no remite con medicación ni cirugías. Las causas del dolor son diversas. Entre las más comunes podemos mencionar el estrés, sedentarismo, mala alimentación y algunas patologías, como fibromialgia, cefaleas y ciática, entre otras.
El yoga puede ayudar de múltiples formas. A nivel físico, ayuda a fortalecer y flexibilizar aquellos músculos y articulaciones que se ven afectados, dándoles un mayor rango de movimiento, ya que con el dolor y la falta de uso tienden a tensarse. Al haber menos tensión, las molestias disminuyen junto a los efectos secundarios.
A nivel mental y emocional, el yoga ayuda a relajarnos, activando el sistema parasimpático. El dolor continuo genera que los niveles de cortisol estén constantemente elevados y el estrés desemboca en más dolor, lo que termina siendo un ciclo vicioso.
"A nivel mental y emocional, el yoga ayuda a relajarnos, activando el sistema parasimpático. El dolor continuo genera que los niveles de cortisol estén constantemente elevados y el estrés desemboca en más dolor".
No hay un estilo de yoga en específico para las personas que padecen dolor crónico, por lo que es recomendable averiguar y encontrar el que más se acomode a las necesidades y estado físico particular.
Es importante informar al profesor sobre la dolencia para que este guíe las posturas y tenga las precauciones necesarias, de manera de ir avanzando en la medida de que las habilidades progresen.
Aunque siempre es mejor practicar con un profesor, si no tienes esa posibilidad, las siguientes posturas las puedes practicar en tu casa:
Uttanasana – Postura del estiramiento intenso
De pie, con los pies levemente separados, te inclinas hacia delante flectando desde la cadera. Toma ambos codos y coronilla en dirección del piso y relájate. Puedes apoyar la espalda en la pared si pierdes el equilibrio.
Setu Bandha Sarvangasana – Postura del puente
De espalda, con tus brazos al costado, dobla las rodillas apoyando ambas plantas de pie en el piso. Inhala y levanta el coxis. Si es posible, entrelaza ambas manos y empuja el suelo, llevando la pelvis más arriba y abriendo más el pecho.
Bhujangasana – Postura de la cobra
Boca abajo, pon tus manos en el suelo a la altura de tus hombros. Empeines apoyados. Los codos van en dirección de las costillas. Inhala y empuja con las palmas, enderezando los brazos hasta que la parte superior del cuerpo se levante. Mantén una pequeña flexión de codos y no levantes pies ni pelvis del suelo.
Mantén cada postura de 3 a 6 respiraciones, respirando siempre suave y profundo por la nariz.
Debido a que durante una práctica de yoga mantenemos en todo momento la conciencia en la respiración, aprendemos también a mantener la calma en situaciones más difíciles. La respiración dirige nuestras emociones y viceversa. Por eso, cuando estamos ansiosos, nuestra respiración se agita. Calma tu respiración y calmarás tus emociones, generando así una mayor sensación de bienestar.